-
¡Hijo!, guarda los juguetes que dejaste en la sala-
Decía la mamá mientras, con una, escoba trataba juntar los papeles picados y poner las cosas en orden.
-
¡Ya voy mamá! – Respondía Eduardito, mientras
iba a buscar otra cosa para entretenerse, pues los juguetes ya lo habían
aburrido.
Era esta una de las cosas que
Eduardo no conseguía aprender; sin duda era un excelente chico, muy cariñoso y
simpático, sin embargo, era muy perezoso a la hora de recoger todo aquello que
él sacaba del lugar. Detrás del niño iba siempre quedando un rastro de puertas
abiertas, cosas desparramadas, objetos fuera de su lugar.
Un día, después de la cena,
cuando el niño ya se había cepillado los dientes, colocado el pijama y estaba
ya en la cama para poder dormir; después de que su mamá le había contado su
cuento de cada día, le dijo:
-
Hijito, ¿sabes lo que pasa si tus juguetes
quedan desparramados por el suelo? Va a venir Malimbretes, el monstruo de los
juguetes y se los va a llevar todos.
-
Jajajaja- Se rio Eduardo- No creo en esas cosas
mamita, además, siempre que dejo mis juguetes tu vienes después y los recoges.
-
Nunca más los voy a recoger y vas a ver como
Malimbretes va a llevarse todos lo que dejes desparramado por ahí.
Cuando, al día siguiente, el niño despertó, fue hasta la
sala y vio que su madre ya había dejado todo en orden. No resistió unas ganas
tremendas de traer toda la caja de los juguetes y vaciarla entera,
desparramando los autitos, los muñecos, las piezas de rompecabezas, los
animalitos, dinosauros y tantas otras cosas. Eduardito jugó por una media hora
y luego fue a andar de bicicleta.
-
Eduardito, vas a recoger todo ¿No es verdad?
-
¡Ya recojo mamá!
-
Recuérdate de Malimbretes y que no voy a recoger
nada más
-
Jajajajajaja
Eduardito anduvo de bicicleta, después de patineta, luego fue a
ver televisión y cuando se dio cuenta, ya tenía que arreglarse para ir al
colegio. Al despedirse de su mamá ella le dijo
-
¡Hijo! Toda la mañana arreglé la casa y tú en
diez minutos lo dejas todo de patas arriba. Tus juguetes están todos
desordenados, ya te dije, yo no los voy a coger, se los llevará Malimbretes, el
monstruo de los juguetes.
-
Cuando llegue de la escuela los voy a recoger,
mamá.
Durante la tarde, cuando nadie estaba viendo, lentamente la
puerta se abrió. Una mano peluda apareció primero y luego una cabeza enorme con
una nariz de zanahoria y unos ojos saltones… ¡ Era Malimbretes!. Siempre él
llegaba arrastrando un saco vacío y se lo llevaba llenito con todos los
juguetes que estaban fuera de sus lugar. Sus ojos quedaron más saltones todavía
cuando vio la cantidad de cosas desparramadas por el suelo. Rápidamente movió
sus manos de uñas enormes y fue colocando en su saco todo lo que Eduardito no
había recogido; nadie se dio cuenta de que él había pasado por esta casa, pues
nunca nadie lo vio en ningún lugar,
Cuando el niño llegó después del colegio entro por la sala y
se dio cuenta de que los juguetes ya no estaban allá. Creyó que su madre los
había colocado en la caja y guardado; fue hasta su habitación y la caja no
estaba allá.
¡Mamá! ¿Dónde dejaste mis juguetes?
-
Yo no los recogí, te dije que nunca más lo
iba a hacer
-
Mamá, ¡mis juguetes no están en la sala!
-
Hijo, probablemente fue Malimbretes, el se llevó
tus juguetes
-
Jajajajaja, mamá, no voy a creer en eso. Tú los
escondiste y después me los vas a dar.
-
No hijo, no fui yo.
Eduardito se fue a dormir creyendo que sus juguetes estaban
guardados en algún lugar y que su madre se los iba a devolver. Durmió esperando
que al día siguiente la caja estuviese en el lugar, lo que no pasó. Fueron
pasando los días y los juguetes no aparecían y el niño fue desconfiando que realmente
Malimbretes se había llevado todos sus autitos, todos sus muñecos, sus trencitos y
todo lo demás.
-
¡Mamá! ¿Realmente Malimbrete existe? ¿él se
llevó mis juguetes?
-
¡ Claro que sí! Te lo dije desde un comienzo.
El desespero le bajo desde la punta del pelo hasta la punta
de los pies y una lagrimita se le escapó
-
¡Que voy a hacer sin mis juguetes! ¿Por qué no
escuche? ¿Por qué no obedecí? ¿Qué voy a hacer?
-
Hijo, yo no puedo hacer nada, Malimbrete se
lleva los juguetes hasta su castillo donde los esconde en un sótano enorme. Lo
único que podemos hacer es llamar a
Kala, el hada. Si conversas con ella y le prometes no dejar los juguetes
nuevamente desparramados, probablemente ella pueda hablar con Malimbretes.
-
¿Y cómo hacemos para hablar con Kala, el hada,
mamá?
-
Todas las mamás del mundo tenemos su teléfono.
La voy a llamar y tú hablas con ella- Entonces la mamá cogió le teléfono y
la llamó.
-
¿ Aló? ¿Doña Kala, el hada? Soy Carla, la mamá
de Eduardito. Necesito de su ayuda, pues Malimbretes se llevó todos sus
juguetes. ¿Usted lo puede ayudar? ¿Quiere hablar con él?... Ya se lo paso; hasta
luego y gracias.
-
Doña Kala quiere hablar contigo Eduardito.
-
¿Aló? ¿Eduardo? – Dijo del otro lado de la línea
la voz más dulce que el niño ya había oído.
-
Sí, soy yo doña Kala
-
¿ Qué pasó con tus juguetes?
-
Los deje en el suelo, desparramados y vino
Malimbretes y se los llevó
-
Jajaajaja, es por eso que el bribón andaba tan
feliz el otro día ¿Y qué harás para recuperarlos?
-
Doña Kala; yo sé que mi mamá me enseñó mil veces
que debo ser responsable y cuidar de mis cosas y yo no le hice caso. Yo prometo
que no voy a dejar ningún juguete más fuera de su lugar. ¡Son todos los
juguetes que yo tengo! ¡Por favor tráigamelos de vuelta!
-
Bueno, veré lo que puedo hacer, voy a conversar con él y ver si
te los puedo devolver, pero la próxima vez que no guardes tus cosas, no podré
ayudarte ¿Estamos de acuerdo Eduardito?
-
¡Claro que sí doña Kala!
-
Para que pueda devolverte tus juguetes debes ser
un buen niño y ayudarle a tu mamá en los deberes de casa. Tienes que empezar a
ser más obediente y continuar siendo el niño dulce que siempre has sido. ¿Me lo
prometes?
-
-¡Se lo prometo!
Se despidieron y Eduardito fue inmediatamente a ayudar a su
mamá, con la esperanza de que Kala consiguiese cumplir con aquello que tanto él
quería.
Kala, salió de su castillo, tomó su caballo y fue hasta el palacio de Malimbretes. Era un lugar muy oscuro y un poco abandonado, pero el hada sabía que el monstruo era sólo un poco diferente en su apariencia, pero
tenía un corazón de oro. Malimbretes era un bribón juguetón al que le encantaban
los juguetes nuevos con los cuales se divertía todo el día. Cuando el hada
llegó, el monstruo estaba jugando con un caballito de madera.
-
¡Hola Kala! ¡Cuánto tiempo! ¿Por quién vienes a
interceder hoy?
-
¡Hola Malimbretes! ¡Deberías limpiar y ordenar
un poco tu casa! Pero bueno, ¿Me puedes
dar los juguetes de Eduardito?
-
Kala, los juguetes de él son muy bonitos, quería
dejarlos aquí conmigo… ¿Tú crees que él los va
a cuidar?
-
Él me prometió que sí
-
Bueno, entonces te los puedes llevar ¿Quieres
una taza de té y una torta que acabo de preparar? podemos conversar un poquito antes de que te vayas.
-
¡ Claro que sí! Tu torta es famosa en todos los
reinos, jamás me la perdería.
Fueron a tomar el té, conversaron bastante y después volvió
Kala en su caballo hasta su castillo y después fue a devolverle los juguetes al
niño.
Al día siguiente, al despertar, Eduardo se dio cuenta de que
la caja con sus juguetes estaba junto a su cama.
-
¡Mamá! ¡Mis juguetes!
La mamá vino corriendo, asustada con el grito
-
¡Qué bueno Eduardito! Recuerda lo que le
prometiste a Kala
-
¡Nunca me olvidaré!
Querido lector: ¿ Crees tú que Eduardito cumplió su promesa? ¿Por qué?