Gaia despertaba muy temprano todos los días y lo primero que
hacía era buscar a su hermanito. Después, ambos salían al jardín para sentarse
sobre el pasto y agradecer a la Madre Tierra por la vida, tal como se lo había
enseñado José y María.
Cuando iban a la cocina, el desayuno ya estaba en la mesa con
pan calentito, frutas y leche, pues María lo había dejado todo preparado antes
de ir su taller, donde creaba sus piezas de arcilla, en un ritual que era como
si fuese una oración que la preparaba para donarse a su familia preparando
todos los días un delicioso almuerzo.
El desayuno dejaba a
los hermanitos llenos de energía y disposición para realizar las tareas que sus
padres les habían atribuido: Recoger las hojas del jardín, recoger la ropa
sucia, regar las plantas, cuidar de la perrita y de las gallinas y otras cosas;
pero antes de cualquier cosa iban hasta el taller a besar y abrazar a María y
luego corrían hasta la huerta a desearle un buen día al papá y cubrirlo de
cariño.
Después de las responsabilidades siempre había tiempo para
jugar, correr, pasear juntos por la parcela, subir en árboles hasta que llegaba
la hora de descubrir qué plato maravilloso mamá había preparado,
El almuerzo era siempre en familia; un momento sagrado en que conversaban sobre lo
que había pasado durante la mañana, sobre cómo estaban sintiéndose, sobre lo
que harían más tarde, recuerdos y tantas otras cosas. Era una parte del día que
podía demorar horas., pues no alimentaban sólo el cuerpo sino también el alma.
Mientras había tema de conversación estaban sentados a la mesa, sin nada que
los apurase.
Después del almuerzo Inti dormía un poquito y algunas veces
Gaia también aprovechaba para descansar. Después de despertar jugaban
nuevamente, inventaban historias, amigos imaginarios, castillos maravillosos;
era tan divertido que parecía que el tiempo volaba y luego llegaba la noche y
el momento de bañarse, comer alguna cosa en familia y después dejarse vencer
naturalmente por el sueño.
Así, de forma simple, vivían la vida en familia con días
llenos de amor, alegría, paz y descubrimientos.
Cierto día, antes de caer el sol, Gaia e Inti fueron a
conversar con José, quien estaba sentado en el jardín observando el bello
atardecer
-
Papá, por más temprano que me despierto, parece
que nunca hay tiempo suficiente para poder hacer todo lo que queremos hacer: No
conseguimos jugar todo lo que queremos, ni conversar todo lo que nos gustaría,
ni estar juntos tanto cuanto deseamos… ¿Por qué el día no tiene más horas papá?
-
Hijos míos, les voy a contar una historia – Dijo
el padre abrazándolos – Hace mucho tiempo la Madre Tierra pensó en dejar los
días y las noches más largos para que los niños tuviesen más tiempo para
divertirse, sin embargo, cuando pensó en lo que los adultos harían si el día
tuviese más horas, decidió dejar las cosas como estaban.
-
Papá ¿Que vio la Madre Tierra que harían los
adultos? – Pregunto Gaia
-
Trabajar más, para ganar más dinero, para gastar
más en cosas que no son necesarias, Gaia.
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