domingo, 3 de maio de 2015

Gaia: ¿Qué semillas van a crecer en nuestro corazón?




Inti ya practicaba los primeros pasos: cinco pasitos tambaleando y caía, se levantaba y continuaba; Gaia, por su parte, acompañaba los avances y muchas veces le hacía mucha gracia ver a su hermano en esta ingrata faena; pero como la práctica hace al maestro, a cada día el pequeño se presentaba más diestro en el arte de andar.
Desde muy pequeña, Gaia tenía algunas responsabilidades en las tareas diarias, entre ellas estaba juntar las hojas secas que se acumulaban a la entrada de la casa y llevarlas hasta una parte de la huerta donde su padre las mezclaba con tierra y las dejaba descansar para que se pudriesen y así dejar más rico el suelo.
Cierto día de otoño, estaba Gaia muy empeñada en esta tarea y su hermano equilibrándose en su aprendizaje de caminar, cuando de repente, sin querer, su aterrizaje fue sobre un gran montón de hojas que la pequeña ya había juntado; el pequeño Inti encontró esto muy divertido y al tratar de levantarse desparramó todavía más las hojas que la niña había pasado horas recogiendo; Inti sólo se reía.
Junto con el fuerte grito llamando a su madre, Gaia sintió tanta rabia que golpeo con fuerza a su hermano, con lo que él lógicamente empezó a llorar.
Cuando la madre llegó el paisaje era el siguiente: Todas las hojas desparramadas por el suelo, Inti llorando y Gaia también.
-          ¿Qué paso Gaia|? – Preguntó la madre
-          Inti echó a perder todo mi trabajo, mamá
-          ¿Pero cómo fue eso? ¿Y por qué el está llorando?
-          Él estaba caminando y cayó sobre las hojas, luego comenzó a desparramar todo; entonces yo fui y lo golpeé, para que nunca más el haga eso.
-          Hija ¿Algunas veces nosotros te hemos pegado? ¿Dónde has aprendido eso? ¿Tú crees que él lo hizo intencionalmente o fue un accidente?
-          Mamá, lo que pasa es que mi corazón se llenó de rabia y por eso le pegué. Por favor perdóname Inti – le dijo a su hermano abrazándolo mientras ella continuaba llorando mientras para el pequeño el juego había empezado de nuevo.
Después de que las cosas se calmaron un poco y Gaia terminó de juntar las hojas, se las llevó a su padre que estaba en la huerta cuidando de las plantas.
-          ¿Qué pasó Gaia? Te oí gritar hace poco– Preguntó José
-          Sentí rabia y le pegué a Inti, pues él cayó sobre las hojas y tuve que empezar todo nuevamente. Eso me hizo sentir muy mal, me arrepentí mucho de lo que hice papá.
-          Quiero mostrarte una cosa pequeña – dijo, mientras la llevaba a una parte de la huerta donde había plantado romero, menta, tomillo, albahaca y otras plantas.
-          Gaia la Madre Tierra deja que nazcan hierbas buenas, las que debemos cuidar y también la mala hierba y que si no la arranco va a apoderarse de todo y no va a dejar crecer las otras plantas. ¿Te das cuenta? Aun no cuidé de esta parte de la plantación, por lo tanto, te das cuenta que hay mucha mala hierba, si yo no le doy cuidado, luego ella va a acabar con las otras plantas.
-          Entendí papa… pero, ¿Qué tiene que ver eso conmigo?
-          Mucho, debes aprender que hay algunas flores que debes cultivar en tu corazón, como el amor, la paciencia, el cuidado, el cariño y hay otras hierbas dañinas a las que no les debes dar espacio, como la rabia, por ejemplo. Si le das lugar a la rabia, al rencor, al odio, ellas poco a poco van apoderándose de todos los lugares en nuestro interior y no dejan que las buenas semillas puedan crecer. Gaia, debes elegir que es lo que quieres cultivar dentro de ti, dependiendo de la elección que hagas, serán los frutos que vas a dar.
-          Entendí papa, no voy a dejar que la rabia tenga lugar en mi corazón, no me sentí bien al sentir eso con mi hermano.

Esta conversación acabo con un abrazo tierno que duró varios minutos.

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