terça-feira, 5 de maio de 2015

Gaia y el tiempo

Gaia despertaba muy temprano todos los días y lo primero que hacía era buscar a su hermanito. Después, ambos salían al jardín para sentarse sobre el pasto y agradecer a la Madre Tierra por la vida, tal como se lo había enseñado José y María.
Cuando iban a la cocina, el desayuno ya estaba en la mesa con pan calentito, frutas y leche, pues María lo había dejado todo preparado antes de ir su taller, donde creaba sus piezas de arcilla, en un ritual que era como si fuese una oración que la preparaba para donarse a su familia preparando todos los días un delicioso almuerzo.
 El desayuno dejaba a los hermanitos llenos de energía y disposición para realizar las tareas que sus padres les habían atribuido: Recoger las hojas del jardín, recoger la ropa sucia, regar las plantas, cuidar de la perrita y de las gallinas y otras cosas; pero antes de cualquier cosa iban hasta el taller a besar y abrazar a María y luego corrían hasta la huerta a desearle un buen día al papá y cubrirlo de cariño.
Después de las responsabilidades siempre había tiempo para jugar, correr, pasear juntos por la parcela, subir en árboles hasta que llegaba la hora de descubrir qué plato maravilloso mamá había preparado,
El almuerzo era siempre en familia;  un momento sagrado en que conversaban sobre lo que había pasado durante la mañana, sobre cómo estaban sintiéndose, sobre lo que harían más tarde, recuerdos y tantas otras cosas. Era una parte del día que podía demorar horas., pues no alimentaban sólo el cuerpo sino también el alma. Mientras había tema de conversación estaban sentados a la mesa, sin nada que los apurase.
Después del almuerzo Inti dormía un poquito y algunas veces Gaia también aprovechaba para descansar. Después de despertar jugaban nuevamente, inventaban historias, amigos imaginarios, castillos maravillosos; era tan divertido que parecía que el tiempo volaba y luego llegaba la noche y el momento de bañarse, comer alguna cosa en familia y después dejarse vencer naturalmente por el sueño.
Así, de forma simple, vivían la vida en familia con días llenos de amor, alegría, paz y descubrimientos.
Cierto día, antes de caer el sol, Gaia e Inti fueron a conversar con José, quien estaba sentado en el jardín observando el bello atardecer
-          Papá, por más temprano que me despierto, parece que nunca hay tiempo suficiente para poder hacer todo lo que queremos hacer: No conseguimos jugar todo lo que queremos, ni conversar todo lo que nos gustaría, ni estar juntos tanto cuanto deseamos… ¿Por qué el día no tiene más horas papá?

-          Hijos míos, les voy a contar una historia – Dijo el padre abrazándolos – Hace mucho tiempo la Madre Tierra pensó en dejar los días y las noches más largos para que los niños tuviesen más tiempo para divertirse, sin embargo, cuando pensó en lo que los adultos harían si el día tuviese más horas, decidió dejar las cosas como estaban.


-          Papá ¿Que vio la Madre Tierra que harían los adultos? – Pregunto Gaia


-          Trabajar más, para ganar más dinero, para gastar más en cosas que no son necesarias, Gaia.

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