Clara era una mariposa muy linda; muy joven aún, estaba
descubriendo el mundo que le rodeaba. Una de las cosas que más le gustaba era
observar los pájaros; le parecía maravilloso como ellos podían volar tan alto,
mucho más alto que ella.
Como Clara no podía verse, porque no tenía espejo, no sabía
cómo era hermosa y como todavía era muy joven, no sabía lo importante que ella
era para que toda la naturaleza fuese de la forma como es: maravillosa y
perfecta.
Clarita, la mariposita, sentía un poquito de envidia de los
pájaros y ella se imaginaba volando muy alto, hacia otro continente, conociendo
nuevos lugares. A ella no le gustaba la vida que llevaba, volando bajito y andando
todo el día de flor en flor.
Un día, la pequeña mariposa estaba tan triste y aburrida de
su vida que le parecía tan monótona, tan repetitiva que se puso a llorar. Fue
en ese momento que llegó la mamá mariposa.
-
¿Qué te pasa hija mía? - Le preguntó- ¿Por qué
lloras?
-
¡Nada mamá! – le respondió Clara.
Clara sintió un poco de vergüenza y le contó a su mamá:
-
Mamá, yo no quiero ser mariposa, yo quiero ser
un pájaro y volar muy alto, conocer otros lugares, viajar muy lejos. No quiero
andar simplemente de flor en flor.
-
¡Ven conmigo!
- le dijo su mamá- quiero mostrarte una cosa.
La madre de Clara la llevó al lugar más lindo que ella nunca
hubiese imaginado. Era un lugar lleno de muchas flores de los más lindos
colores. Había árboles de todos los tamaños y un río de aguas cristalinas que
hacía un ruido muy agradable cuando chocaba contra las piedras. En ese lugar se
podían ver muchos insectos y animalitos que habían construido allí sus casas
pues había mucho alimento.
-
¿Te gusta este lugar? – Le pregunto la madre a
Clara
-
¡Claro que sí mamá! – respondió la pequeña
mariposa.
-
Pon atención Clarita – y mientras su madre decía
esto una suave brisa hizo que muchas mariposas saliesen de entre las flores
haciendo que todo el cielo quedase lleno de colores - Hija mía, las flores que estás viendo no
estarían aquí si no fuese por las mariposas y por otros insectos. Somos
nosotras las que ayudamos para que ellas nazcan en diferentes lugares cuando
nos alimentamos de su néctar. Nosotras cargamos en nuestras alas y patitas el
polen que es necesario para la vida de muchas otras flores, tan bellas como
éstas. Este lugar no sería tan bello si no fuese por nosotras, las mariposas .
La pequeña mariposa no sabía, hasta ese momento, cómo ella era importante. Nunca había parado
para pensar cuál era su función en la naturaleza. A partir de ese momento, ella
comenzó a sentir mucho orgullo en ser una mariposa y nunca más quiso ser un
pájaro.
Por
más pequeñitos que seamos, por más simple que sea nuestro trabajo ¡todos somos
especiales e insustituibles!
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