segunda-feira, 23 de março de 2015

Juanito, el autito


¿Se acuerdan de Juanito? Cuando lo conocimos acompañamos la aventura de cómo él aprendió a ser más obediente, a poner más atención y a no andar corriendo siempre. Él se recuperó del último accidente en que tuvo que quedarse un mes sin poder poner la ruedita en el suelo.

Después de esta aventura él mejoró mucho su comportamiento, pero, como todos los pequeños, continuó haciendo travesuras y aprendiendo muchas cosas. Les voy a contar otra de sus historias.
¿Ya pusieron atención alguna vez en coches y motocicletas a los que les encanta dar bocinazos? ¡Claro que sí! Principalmente en las horas en que hay embotellamientos; hay algunos a los que les encanta mostrar quien toca más fuerte. A los otros, los que sabemos que la bocina no es para eso y sí para llamar la atención y alertar sobre algún peligro; nos irritan esas personas que no tienen ni un poco de paciencia.
Pues bien, nuestro amigo Juanito adquirió la mala costumbre de siempre que podía andar bocinando y generalmente hacerlo cuando los otros autos estaban distraídos y no se daban cuenta que él había llegado.
-FOOOOOOONGGGGGGGG – Hacía el claxon de nuestro amigo y quien era sorprendido daba un salto como si fuese una rana. A Juanito esto le parecía lo más divertido del mundo.
Cuando su madre vio que su hijo estaba repitiendo esta broma de mal gusto, rápidamente lo llamó para explicarle que no era lo correcto.
-          Juanito, hijo mío, estás siendo inconveniente. La bocina no es para eso; no debes usarla de forma banal, pues es un instrumento que nos sirve para alertar a las personas y a los otros coches sobre el peligro o llamar la atención de los distraídos- le explicaba la madre mientras le acariciaba los retrovisores.

-          Mamá, ¡pero si es tan divertido! Me encanta ver cómo las personas se asustan y como ellas se ponen muy nerviosas.


-          Hijo mío-  le explicó la mamá-  No le hagas a los otros lo que no te gustaría que te hicieran a ti. Por otro lado, si siempre andas bocinando, todos se van a acostumbrar y cuando lo hagas por que es necesario nadie te va a poner atención ya que van a creer que estás bromeando, como siempre.

-          Está bien mamá, me voy a portar mejor-  Juanito tenía la firme intención de obedecer a su mamá, pero las ganas de bromear eran más fuerte que las ganas de portarse bien.
Así, en una tarde en la que su abuelita había ido de visita, mientras ella caminaba distraída por el patio, Juanito sintió unas ganas incontrolables de asustarla. Fue así como se aproximo por detrás con todo cuidado y cuando llegó bien cerca, tocó la bocina con todas las fuerzas.  El susto de la abuela fue tan grande que salió corriendo y acabó cayéndose, pues no vio que había un hoyo delante de ella. Juanito se asustó mucho, pues no era su intención machucar a nadie y corrió para ayudar a la abuela.
-          ¡Abuelita, abuelita! ¿Está bien? – preguntó con un poco de miedo
-          ¡Mocoso! ¿no tienes respeto con  los mayores? – la abuela estaba roja de rabia. Se levantó y no quiso hablar más con Juanito por el resto del día.
Lo que nuestro amigo autito no sabía era que su mamá había observado todo y lo llamó nuevamente para conversar.
-          Juanito, hijo mío, las madres somos sabias y sabemos lo que decimos, te vas a arrepentir de continuar con esas actitudes que no son las correctas. Mide las consecuencias de tus actos, pues tu abuelita podría haberse machucado. Lo que has hecho no tiene ninguna gracia.

-          Está bien mamá, discúlpame, no lo haré nuevamente
  
-          Hijo mío, cuando sea necesario nadie te va a creer, pues juegas con cosas que son serias, la bocina no es para eso.

-          Puedes quedarte tranquila mamá, ahora aprendí la lección – pero aparentemente la mamá no le creyó mucho.
Mi querido lector, puedes estar seguro de una cosa, no siempre nuestras madres están en lo correcto, pero por lo menos sí en la mayoría de las veces; por lo tanto, te recomiendo que las escuches y las obedezcas.
Cierto domingo, los padres de Juanito estaban preparando el almuerzo dentro del garaje (no te olvides que Juanito es un autito) cuando de repente escucharon la bocina de su hijo. Ellos se miraron y creyeron que, como siempre, él estaba bromeando con alguien.
-          Este chico nunca aprenderá la lección- dijo su padre

-          Más tarde nos vamos a sentar los tres para tener una buena conversación al respecto – dijo su madre
Y ambos escuchaban que insistentemente Juanito tocaba y tocaba la bocina.
-          Pobrecitos de los vecinos, deben ser ellos a los que Juanito está atormentando – dijo la madre mientras oía que su hijo tocaba la bocina una y otra vez

-          ¡Este chico ya me irritó!- Dijo su padre- ¡Voy a llamarle inmediatamente la atención!

Cuando el papá se asomó a la puerta pudo ver que su hijo no estaba bromeando, realmente estaba en problemas, pues estaba siendo acorralado por 3 perros furiosos que querían morderlo.
El padre de Juanito era un camión de carga, que cuando vio a su hijo en apuros, salió corriendo a toda velocidad  y con el sólo rugido del motor, los perros salieron corriendo muy asustados.
-          ¿Estás bien hijo mío?  - Le preguntó el padre

-          Sí, pero creí que sería demasiado tarde, tocaba y tocaba la bocina pero nadie me venía a ayudar.

 -          Hijo, escuchamos tus bocinazos pero creímos que como siempre, estabas bromeando; tu madre te ha advertido varias veces que eso podría suceder.

-          Tienes razón papá, siempre aprendo las cosas de la peor forma posible. La principal cosa que debo aprender es a ser más obediente y reconocer la sabiduría de ustedes, mis padres, pues siempre quieren lo mejor para mí. Lo siento papá, seré un hijo mejor.
L a familia se abrazó y continuaron viviendo un feliz domingo.


¡Hasta la próxima aventura de nuestro amigo Juanito!

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