¿Se acuerdan de
Juanito? Cuando lo conocimos acompañamos la aventura de cómo él aprendió a ser
más obediente, a poner más atención y a no andar corriendo siempre. Él se
recuperó del último accidente en que tuvo que quedarse un mes sin poder poner
la ruedita en el suelo.
Después de esta aventura él mejoró mucho su comportamiento,
pero, como todos los pequeños, continuó haciendo travesuras y aprendiendo
muchas cosas. Les voy a contar otra de sus historias.
¿Ya pusieron atención alguna vez en coches y motocicletas a
los que les encanta dar bocinazos? ¡Claro que sí! Principalmente en las horas
en que hay embotellamientos; hay algunos a los que les encanta mostrar quien
toca más fuerte. A los otros, los que sabemos que la bocina no es para eso y sí
para llamar la atención y alertar sobre algún peligro; nos irritan esas
personas que no tienen ni un poco de paciencia.
Pues bien, nuestro amigo Juanito adquirió la mala costumbre
de siempre que podía andar bocinando y generalmente hacerlo cuando los otros
autos estaban distraídos y no se daban cuenta que él había llegado.
-FOOOOOOONGGGGGGGG – Hacía el claxon de nuestro amigo y
quien era sorprendido daba un salto como si fuese una rana. A Juanito esto le
parecía lo más divertido del mundo.
Cuando su madre vio que su hijo estaba repitiendo esta broma
de mal gusto, rápidamente lo llamó para explicarle que no era lo correcto.
-
Juanito, hijo mío, estás siendo inconveniente.
La bocina no es para eso; no debes usarla de forma banal, pues es un
instrumento que nos sirve para alertar a las personas y a los otros coches
sobre el peligro o llamar la atención de los distraídos- le explicaba la madre
mientras le acariciaba los retrovisores.
-
Mamá, ¡pero si es tan divertido! Me encanta ver
cómo las personas se asustan y como ellas se ponen muy nerviosas.
-
Hijo mío- le explicó la mamá- No le hagas a los otros lo que no te gustaría
que te hicieran a ti. Por otro lado, si siempre andas bocinando, todos se van a
acostumbrar y cuando lo hagas por que es necesario nadie te va a poner atención
ya que van a creer que estás bromeando, como siempre.
-
Está bien mamá, me voy a portar mejor- Juanito tenía la firme intención de obedecer a
su mamá, pero las ganas de bromear eran más fuerte que las ganas de portarse
bien.
Así, en una tarde en la que su abuelita había ido de visita,
mientras ella caminaba distraída por el patio, Juanito sintió unas ganas
incontrolables de asustarla. Fue así como se aproximo por detrás con todo
cuidado y cuando llegó bien cerca, tocó la bocina con todas las fuerzas. El susto de la abuela fue tan grande que
salió corriendo y acabó cayéndose, pues no vio que había un hoyo delante de
ella. Juanito se asustó mucho, pues no era su intención machucar a nadie y
corrió para ayudar a la abuela.
-
¡Abuelita, abuelita! ¿Está bien? – preguntó con
un poco de miedo
-
¡Mocoso! ¿no tienes respeto con los mayores? – la abuela estaba roja de
rabia. Se levantó y no quiso hablar más con Juanito por el resto del día.
Lo que nuestro amigo autito no sabía era que su mamá había
observado todo y lo llamó nuevamente para conversar.
-
Juanito, hijo mío, las madres somos sabias y
sabemos lo que decimos, te vas a arrepentir de continuar con esas actitudes que
no son las correctas. Mide las consecuencias de tus actos, pues tu abuelita
podría haberse machucado. Lo que has hecho no tiene ninguna gracia.
-
Está bien mamá, discúlpame, no lo haré
nuevamente
-
Hijo mío, cuando sea necesario nadie te va a
creer, pues juegas con cosas que son serias, la bocina no es para eso.
-
Puedes quedarte tranquila mamá, ahora aprendí la
lección – pero aparentemente la mamá no le creyó mucho.
Mi querido lector, puedes estar
seguro de una cosa, no siempre nuestras madres están en lo correcto, pero por
lo menos sí en la mayoría de las veces; por lo tanto, te recomiendo que las
escuches y las obedezcas.
Cierto domingo, los padres de
Juanito estaban preparando el almuerzo dentro del garaje (no te olvides que Juanito
es un autito) cuando de repente escucharon la bocina de su hijo. Ellos se
miraron y creyeron que, como siempre, él estaba bromeando con alguien.
-
Este chico nunca aprenderá la lección- dijo su
padre
-
Más tarde nos vamos a sentar los tres para tener
una buena conversación al respecto – dijo su madre
Y ambos escuchaban que
insistentemente Juanito tocaba y tocaba la bocina.
-
Pobrecitos de los vecinos, deben ser ellos a los
que Juanito está atormentando – dijo la madre mientras oía que su hijo tocaba
la bocina una y otra vez
-
¡Este chico ya me irritó!- Dijo su padre- ¡Voy a
llamarle inmediatamente la atención!
Cuando el papá se asomó a la puerta pudo ver que su hijo no
estaba bromeando, realmente estaba en problemas, pues estaba siendo acorralado
por 3 perros furiosos que querían morderlo.
El padre de Juanito era un camión de carga, que cuando vio a
su hijo en apuros, salió corriendo a toda velocidad y con el sólo rugido del motor, los perros
salieron corriendo muy asustados.
-
¿Estás bien hijo mío? - Le preguntó el padre
-
Sí, pero creí que sería demasiado tarde, tocaba
y tocaba la bocina pero nadie me venía a ayudar.
-
Tienes razón papá, siempre aprendo las cosas de
la peor forma posible. La principal cosa que debo aprender es a ser más
obediente y reconocer la sabiduría de ustedes, mis padres, pues siempre quieren
lo mejor para mí. Lo siento papá, seré un hijo mejor.
L a familia se abrazó y continuaron viviendo un feliz
domingo.
¡Hasta la próxima aventura de nuestro amigo Juanito!
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