quinta-feira, 9 de abril de 2015

Barbarita, la gotita de agua y su emocionante viaje sin fin.


Hace mucho, mucho tiempo; tanto tiempo atrás que casi ni me acuerdo; había en el polo sur, cerca de una colonia de pingüinos, una pedacito de hielo.
Pasó el invierno riguroso y el pedacito de hielo aumentaba su tamaño  Luego vino la primavera y después el verano y de la misma forma como el amor derrite hasta los corazones más duros, el calor vino a derretir aquel pedazo de hielo y fue así como conocí a Barbarita la gotita.
Barbarita estaba feliz de haber ganado su libertad; ahora ella podía moverse con más facilidad y ya no estaba más prisionera junto a otras gotitas. Rápidamente Barbarita sus amigas gotitas y formaron un pequeño río y se fueron alegres viajando sin parar  y sin saber a lo cierto hacia dónde estaban yendo. Después de algunas horas el riacho se juntó con un río más grande y caudaloso, en el cual inclusive habían algunos peces y la pequeña gotita de agua continuaba feliz conociendo hermosos paisajes que nunca habría imaginado que existiesen; hasta que de repente vio algo que la dejó impresionada pues nunca habría podido pensar que un día llegaría tan lejos. Delante de sus ojitos de pequeña gotita estaba la inmensidad del océano.
     - ¡Imagina cuantas gotitas de agua hay aqui! ¡Quién iba a imaginar que un día
 yo haría parte del océano!- Se decía pensando en voz alta.
Fue así como ella se dio cuenta que constantemente estaba transformándose, cambiando; a veces de forma casi imperceptible y otras de una forma más evidente. Ella llegó a esta conclusión cuando pensó nuevamente en voz alta.
-    - Desde que me conozco soy dulce y ahora que hago parte de la inmensidad del mar soy salada, sin embargo continúo siendo agua – y continuaba feliz viajando sin saber hacia dónde, pero segura de que le esperaban nuevas aventuras.
Ella amaba la libertad, le encantaba poder viajar, moverse, ir lejos; ella se recordaba cuando era una gotita de agua prisionera en una piedra de hielo y ahora se movía para dónde ella quería en los océanos, pero algo en el fondo de su corazón de gotita le decía que eso todavía era poco, que podía y quería mucho más.
Fue entonces que observo que las gotitas que estaban más cerca de la superficie del océano empezaban lentamente a calentarse con el sol hasta que, como por arte de magia, en un momento dado se “hacían humo”. Realmente no se hacían humo y sí vapor,  vapor de agua.
- -  ¡ Eso es lo que quiero ahora! Quiero ser mucho más libre, quiero conocer el cielo, verlo todo desde arriba. ¡Voy a transformarme en vapor!- 
Y fue eso lo que hizo, Se colocó bien en la superficie del mar a la hora en que hacía más calor y comenzó a llamar al señor sol.
- - ¡Ven señor sol! Ayúdame una vez más a ganar mi libertad – Pues se recordaba que también había sido él quien la había ayudado a salir del bloque de hielo y transformarse en líquido.
--  ¡Claro que sí amiguita Barbarita! – Dijo el señor sol apenas oyó el pedido de la pequeña
Y la gotita fue calentándose, calentándose, calentándose hasta que se transformo en vapor y subió rápidamente hacia el cielo
-  - ¡Que alguien me ayude a parar! ¡Socorro! – gritaba la gotita pues le daba un poco de miedo subir tan rápido y tan alto
No sé si alguien escuchó su pedido, pero lo cierto es que mientras más subía, más pesada ella se ponía, ella sentía que su temperatura iba bajando y más lento ella se movía, hasta qué…

¿Qué les parece si mañana continuamos esta historia?

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