Hace mucho, mucho tiempo; tanto tiempo atrás que casi ni me
acuerdo; había en el polo sur, cerca de una colonia de pingüinos, una pedacito de hielo.
Pasó el invierno riguroso y el pedacito de hielo aumentaba su
tamaño Luego vino la primavera y después el verano y de la misma forma como
el amor derrite hasta los corazones más duros, el calor vino a derretir aquel
pedazo de hielo y fue así como conocí a
Barbarita la gotita.
Barbarita estaba feliz de haber ganado su libertad; ahora
ella podía moverse con más facilidad y ya no estaba más prisionera junto a
otras gotitas. Rápidamente Barbarita sus amigas gotitas y formaron
un pequeño río y se fueron alegres viajando sin parar y sin saber a lo cierto hacia
dónde estaban yendo. Después de algunas horas el riacho se juntó con un río más
grande y caudaloso, en el cual inclusive habían algunos peces y la pequeña
gotita de agua continuaba feliz conociendo hermosos paisajes que nunca habría
imaginado que existiesen; hasta que de repente vio algo que la dejó
impresionada pues nunca habría podido pensar que un día llegaría tan lejos. Delante
de sus ojitos de pequeña gotita estaba la inmensidad del océano.
- ¡Imagina
cuantas gotitas de agua hay aqui! ¡Quién iba a imaginar que un día
yo haría parte del océano!- Se decía pensando
en voz alta.
Fue así como ella se dio cuenta que constantemente estaba
transformándose, cambiando; a veces de forma casi imperceptible y otras de una
forma más evidente. Ella llegó a esta conclusión cuando pensó nuevamente en voz
alta.
- - Desde que me conozco soy dulce y ahora que hago
parte de la inmensidad del mar soy salada, sin embargo continúo siendo agua – y
continuaba feliz viajando sin saber hacia dónde, pero segura de que le
esperaban nuevas aventuras.
Ella amaba la libertad, le encantaba poder viajar, moverse,
ir lejos; ella se recordaba cuando era una gotita de agua prisionera en una
piedra de hielo y ahora se movía para dónde ella quería en los océanos, pero
algo en el fondo de su corazón de gotita le decía que eso todavía era poco, que
podía y quería mucho más.
Fue entonces que observo que las gotitas que estaban más
cerca de la superficie del océano empezaban lentamente a calentarse con el sol
hasta que, como por arte de magia, en un momento dado se “hacían humo”. Realmente
no se hacían humo y sí vapor, vapor de
agua.
- - ¡ Eso es lo que quiero ahora! Quiero ser mucho
más libre, quiero conocer el cielo, verlo todo desde arriba. ¡Voy a
transformarme en vapor!-
Y fue eso lo que hizo, Se colocó bien en la superficie del
mar a la hora en que hacía más calor y comenzó a llamar al señor sol.
- - ¡Ven señor sol! Ayúdame una vez más a ganar mi
libertad – Pues se recordaba que también había sido él quien la había ayudado a
salir del bloque de hielo y transformarse en líquido.
-- ¡Claro que sí amiguita Barbarita! – Dijo el
señor sol apenas oyó el pedido de la pequeña
Y la gotita fue calentándose, calentándose, calentándose
hasta que se transformo en vapor y subió rápidamente hacia el cielo
- - ¡Que alguien me ayude a parar! ¡Socorro! –
gritaba la gotita pues le daba un poco de miedo subir tan rápido y tan alto
No sé si alguien escuchó su pedido, pero lo cierto es que
mientras más subía, más pesada ella se ponía, ella sentía que su temperatura
iba bajando y más lento ella se movía, hasta qué…
¿Qué les parece si mañana continuamos esta historia?
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