Un cuento muy simple que habla sobre la fe, el poder de la oración y el amor de Dios.
Lo recomiendo a los padres que quieran que sus hijos sean crezcan en la fe.
Fernanda era una buena niña, que se esforzaba mucho por
ayudar a sus papás, ser obediente y cumplir con sus obligaciones en la escuela.
Un día, al llegar a su casa, vio que madre le había dejado
un mensaje sobre la mesa:
Fernanda, ven rápido al hospital, tu abuelita está muy
enferma.
La niña salió muy deprisa, pues su abuelita ya era muy
anciana y su salud estaba delicada. Mientras se dirigía a pasos veloces hasta
el hospital, se le venían a la cabeza todos los bellos momentos que ellas
pasaron juntas; como ella la había cuidado desde muy pequeña cuando su mamá y
su papá tenían que trabajar. No le salía de la cabeza la dulce mirada y la risa
contagiosa de aquella hermosa mujer.
Llegando al hospital, trató de encontrar a su mamá, la cual
estaba sentada muy solitaria y triste.
-
Mamá ¿Qué dicen los médicos? – preguntó la niña
tranquilizando a la madre con una caricia en el rostro
-
Que debemos estar preparados hija, que sólo un
milagro la salvará, pues su salud está debilitada y ya está muy viejita – dijo
la madre mientras una lágrima rodó por su mejilla.
-
¿Puedo verla?
-
Voy a preguntarle al médico
La madre se levantó y después de algunos minutos trajo la
respuesta.
-
Tienes autorización, pero no puedes agitarla y
debes ser breve.
La niña se colocó la ropa apropiada y entró al lugar donde
su abuelita estaba. Aunque estaba pasando por una situación tan difícil, en su
rostro reinaba una sonrisa y un aire de tranquilidad. La niña, muy triste hizo
su oración:
-
Papito Dios, si es ésta tu voluntad, dale salud a
mi abuelita para que pueda disfrutar más un poquito de su compañía aquí en la
tierra – mientras oraba, una única lagrimita se le escapó de los ojos.
Al
salir, algo había cambiado en su corazón, pues su tristeza y preocupación se
transformaron en confianza; fue entonces a conversar con su mamá.
-
Mamá, algo en mi corazón me dice que ella se
pondrá mejor. ¡Tengamos fe!
Esa lagrimita, que brotó del corazón y de la oración sincera
de Fernanda, se evaporó y subió al cielo junto con el pedido de la niña y se
encontró con el ángel guardián de la pequeña.
-
¿Has escuchado la oración de Fernanda angelito?
-
¡Claro que sí lagrimita! ¿Quién puede resistir a
un pedido tan cariñoso? Dios ya ha preparado todo, ¡Fernanda se pondrá muy
feliz!
Fernanda pasó la noche junto a su mamá en el hospital, a la
mañana siguiente, muy temprano el médico las llamó y la madre se preocupó
mucho, pues esperaba recibir la peor noticia, ya la niña se mostraba
extrañamente serena y confiada,
-
Yo no sé cómo explicarlo, ¡nunca vi nada igual1-
decía el médico agitado- Su madre tuvo una recuperación muy rápida y ya está
mucho mejor. ¡Esto sólo puede ser un milagro!
Debe quedarse en el hospital por lo menos
hasta mañana, pero está fuera de peligro.
-
¿Podemos ver a mi abuelita? - Le preguntó
Fernanda al doctor.
-
¡Claro que sí!
Fueron
inmediatamente a la habitación y vieron a doña Clara sentada en su cama,
tomando su desayuno
-
¿No me digan que pasaron toda la noche aquí? ¡Deben
estar muy cansadas!. Fernandita ¿No deberías estar en el colegio?
-
¿Cómo estás abuelita? Estábamos muy preocupadas.
-
Me siento mucho mejor. No sé qué es lo que pasó,
sólo sé que de repente, sentí una energía muy grande dentro de mi cuerpo y unas
ganas inmensas de vivir.
-
¡Gracias a Dios! Yo le pedí con mucha fe que se
hiciese su voluntad, y mira el regalo que me ha dado.
Las
tres se dieron un fuerte y cariñoso abrazo. Al día siguiente, por la mañana
pudieron volver para casa y durante un tiempo más, Fernanda pudo disfrutar del
cariño de su abuelita
Querido
amiguito:
Nunca
te olvides del gran amor que Dios nos tiene y que muchas veces sus planes son
diferentes de los nuestros. Es muy bonito cuando, desde pequeños aprendemos a
respetar la voluntad y los tiempos de Dios.
Tampoco
te olvides del poder de la oración. Una plegaria sincera que sale del corazón
retorna a nuestras vidas en forma de bendición.
La
lágrima sincera que Fernanda derramó subió al cielo junto con su oración y se
transformaron en la salud de su abuelita y en mucha alegría.
¡Continuemos
creciendo con salud y fe!
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