El tiempo fue pasando y el pequeño Inti aprendió a gatear
y Gaia continua siendo su nana de tiempo completo, donde uno está, el otro está también y esto deja a los padres muy
felices y tranquilos.
-
Mamá
¿Cuando Inti aprenderá a caminar?- preguntó Gaia.
-
No lo sé, como todo lo que está bajo los
cuidados de la Madre Tierra, cuando esté listo para eso
-
¿Y cómo estará listo para eso?
-
Gaia –respondió la madre, sentándose, pues sabía
que estaba llegando una serie de preguntas- Desde que nació sus músculos se han
ido fortaleciendo, sus huesos se han ido reforzando, ha ganado equilibrio,
consigue tener una percepción del espacio que lo rodea, tiene más coordinación…
-
¿Y cómo él ganó todo eso?
-
Porque ha sido estimulado, a través de juegos,
de ejercicios, y porque está en su naturaleza pues las cosas son así
-
¡ Yo quiero que él camine y corra junto conmigo!
-
Gaia, ya hemos hablado sobre eso, no basta que
tú quieras, hay que ver si llegó la hora para eso. Tú no naciste caminando,
fuiste un bebé como Inti y aprendiste después de mucho esfuerzo y
unas buenas caídas.
-
¿Quién me enseño a caminar?
-
Tu padre y yo te sujetábamos y te hacíamos
caminar, hasta que, poco a poco, fuiste ganando confianza y un día diste tres
pasitos solita, luego te caíste; al día siguiente diste cinco y así, hasta que
conseguiste caminar. Todo en la vida es así pequeña, vas intentando,
intentando, aprendiendo, aprendiendo, ganando confianza hasta que un día
caminas sola.
-
¿Puedo enseñarle a mi hermanito?
-
Claro que sí, pero debes tener cuidado y debes
hacerlo pensando que él puede caer. Voy a mostrarte.
Eso estaba haciendo la madre, enseñándole a Gaia como
estimular a su hermanito para aprender a caminar, cuando José llegó con una
caja.
-
Traje una sorpresa para todos- Gaia no esperó su
padre terminar de hablar cuando ya estaba con la caja en la mano abriéndola
-
¡Un perrito!
-
¡ Una perrita, Gaia! Y será tu responsabilidad
-
¡ Muchas gracias papá! – dijo la niña dándole un
fuerte abrazo y un beso al papá y a la mamá – Pero, ¿Cómo se va a llamar?
-
En homenaje a Cronos y como es un poco parecida
con él podemos llamarla Hera, que según la mitología es una de las hijas de
Cronos.
-
Me parece un bonito nombre y creo que a ella le
gustó, pues está moviendo la colita.
-
Gaia, no te olvides, es tu responsabilidad, lo
que significa que ella está bajo tus cuidados, recuerda, vas a tener que
multiplicar tu cariño y atención.
-
No te
preocupes papá
De esta forma, la dupla se convirtió en un trio: Hera, Inti
y Gaia; los tres eran inseparables y de la misma forma en que Cronos había sido
el juguete predilecto de la niña cuando pequeña, Hera se había transformado en
la gran diversión de Inti.
Cierto final de tarde, Gaia, Inti y Hera jugaban por la casa
y la niña decidió colocar varios almohadones en el suelo para enseñarle a su
hermano a caminar. Quien se divirtió mucho con la novedad fue Hera, quien creyó
que eran excelentes para poder afilar sus colmillitos.
-
Gaia, no te olvides de recoger esos almohadones
cuando acaben de jugar y no te recomiendo que dejes que Hera se acostumbre a
morderlos, pues después no tendrás como sacarle ese hábito – dijo la madre
al pasar, pero comop a veces sucede con
los chicos, la niña hizo como que no escucho nada, o, tal vez, estaba tan
distraída que realmente no escuchó.
El hecho es que Gaia, terminó de jugar con Hera y su
hermanito, fue a bañarse y se olvidó de recoger los almohadones y la pequeña
cachorrita continuo con la diversión, hasta que, de repente uno de ellos de
rasgó y eso le pareció divertidísimo, tanto que atacó el próximo, y el
siguiente hasta que se cansó y se fue a dormir junto con Gaia.
Al día siguiente, muy temprano, José estaba
despertando a la niña, la cual sabía que algo había sucedido, pues no era esta una conducta habitual.
-
Despierta hija, tienes mucho trabajo por hacer
antes de comenzar tus obligaciones diarias- Dijo el padre, muy serio, pero al
mismo tiempo cariñoso
-
¿Qué pasó papá?
-
Ponte la ropa, lávate y ven a la sala
Medio dormida la niña obedeció y Hera también despertó y
siguió a la chica como de costumbre. Era muy temprano aún, el sol apenas
comenzaba a entrar por las inmensas ventanas de la sala de la casa. Cuando Gaia
llegó al lugar, parecía un verdadero campo de batalla, con todo el relleno
blanco de los almohadones desparramado por todos los rincones.
-
¿Qué pasó aquí? Preguntó la niña
-
Yo debería hacerte esa pregunta pequeña. Tu mamá
te dijo que recogieras los almohadones y que no dejaras que Hera se
acostumbrara a morderlos y no hiciste ni lo uno ni lo otros. Ahora quiero que
recojas el relleno, limpies la sala y luego arregles los cojines; en esta última
parte tu mamá va a ayudarte.
-
Papá ¡No es justo! Quien debería ser castigada
es Hera y no yo.
-
Hijita, desde que la cachorra llegó tu sabes que
es tu responsabilidad. Tú debes cuidarla y poner atención pues ella todavía es
pequeñita. Los años van pasando y las responsabilidades van creciendo. Lo
siento, no fuiste responsable y vas a sufrir las consecuencias; de esta forma
creo que la próxima vez no se te va a olvidar.
La niña no dijo nada, pues entendió donde había fallado y
comenzó inmediatamente la ingrata función. Hera no entendía que aquello no era
un juego y varias veces, mientras Gaia juntaba, ella desparramaba y no fueron
pocas las veces en que la niña le gritó o le llamó la atención, lo que para la
perrita continuaba haciendo parte del juego.
Después de juntar todo, la madre de Gaia llegó junto con
Inti, que ya había despertado y juntas tuvieron un agradable momento aprendiendo
a coser
-
Aprende bien hija mía, no sólo a coser, sino que
todas las lecciones que la vida te da, pues muchas de estas enseñanzas serás tú quien se las pasará a tu hermano
-
Es una gran responsabilidad mamá.
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