sexta-feira, 3 de abril de 2015

Querube la nube. Un cuento de Viernes Santo


Hola! La idea de los relatos de estos días de Semana Santa es que los cuentos nos ayuden a conversar con nuestros hijso el sentido de lo que se recuerda.
Hoy es el relato de Viernes Santo, por lo tanto acompaña la Pasión y muerte de Jesús.
Cómo son cuentos para niños, recomiendo que los papás lo lean primero para analisar si es conveniente para la edad  de su hijo.



Querube y sus amigas, que ahora eran una única gran nube, fueron acompañando todo lo que estaba pasando. Les parecía extraño que las mismas personas que seguían a Jesús  pocos días atrás; fuesen las mismas que  lo insultaban. ¿Dónde estaban sus amigos? ¡Si ellas pudiesen estar  allá abajo! Ellas sí harían alguna cosa para defenderlo, pues él no había hecho otra cosa a no ser una persona buena.
Nuestras amigas nubecitas no conseguían entender muy bien lo que estaba pasando. ¿Por qué aquel hombre estaba siendo juzgado? ¿Qué tipo de rey creen que es él? ¿Un rey que no tiene nada? ¿Cuál es el peligro que él representa?? Qué delitos el cometió?
Las nubes tuvieron quizás el momento más triste de sus vidas cuando vieron como el ser humano consigue ser tan malo. Ellas nunca hubiesen imaginado que personas consiguiesen sentir placer al ver a otras sufrir. Cuando vieron que Jesús era azotado por los soldados, nuestras amiguitas no podían aguantar tanto dolor y dejaban escapar unas lagrimitas que llegaban a la tierra en forma de gotitas de lluvia.
-          ¿Por qué lo insultan? ¿Por qué se burlan de él? ¿Por qué le tienen tanta rabia? ¿Por qué nadie hace nada? Eran las preguntas de la pequeña nube que no tenían respuesta.
Querube no se había dado cuenta de que ya había muchas otras nubes en el cielo que contemplaban en silencio todo lo que estaba pasando. Ella, siempre tan comunicativa, tan curiosa, con tantas ganas de conocer a las otras nubes, no sentía ni un poco de ganas de hablar. Todo era un silencio absoluto en el cielo. ¿Será que las nubes sienten dolor? Yo no lo sé, pero en ese día, cuando ellas vieron que los soldados hicieron una corona llena de espinas y se la colocaron con fuerza en la cabeza; cuando vieron su cuerpo todo ensangrentado;  cuando vieron que las fuerzas de aquel hombre se estaban acabando, nuestras amiguitas experimentaron, quizás por primera y única, vez el dolor; o por lo menos, aquello que les faltó a todas las personas en ese momento: La compasión.
Había tantas nubes acompañado aquel momento  que el cielo estaba oscuro, Querube era una entre otras tantas que acompañaron el momento en que Jesús cargaba aquella pesada cruz a camino del Monte del Calvario. En ese momento nuestra amiguita se recordó de la sonrisa bonita de aquel hombre que pocos días atrás había entrado en la ciudad montado sobre un burrito  y siendo aclamado por los mismos que ahora lo insultaban. Era el mismo hombre que de tanto sufrir, de tanto ser golpeado e insultado, en ese momento no podía ni cargar con el peso de su propio cuerpo. Lo que era más extraño, vivía todo este sufrimiento en silencio, sin decir nada, sin reclamar.
-          ¡ Miren, miren, es María su mamá! - Dijo una de las nubes que estaba cerca de Querube y todas pusieron atención en el dolor de aquella mujer que trataba de aproximarse de su hijo y no conseguía cargar en el pecho el tamaño de esa angustia.
 Finalmente llegaron al lugar en que Jesús sería crucificado, y las nubes acompañaban todo desde muy cerca. El cielo oscuro, cubierto, triste, era el marco en el que fueron erguidas aquellas tres cruces: La de Jesús y la de aquellos dos ladrones.
-          ¡No es posible! - Gritó una de las nubes- ¿Le van a colocar clavos en las manos y en los pies? – dijo sin creer lo que estaba viendo .
-          ¡Eso es imposible! ¡No resistirá el dolor! Dijo otra que jamás imaginaría que vería una crueldad de ese tamaño.
-          ¿ Por qué hace todo esto? Preguntó una de las nubes
-           ¡Lo hace por amor! Dijo una voz que ninguna de las nubes supo de dónde venía, no   les pareció extraña, pues era dulce, sin embargo en aquel momento, era una voz que estaba quebrada por la tristeza.
No restaba mucho tiempo, no le quedaban muchas fuerzas a aquel hombre. Aquel cielo oscuro, ya casi negro, acompaño la última oración de Jesús hablando con su papito. Pocos minutos después aquel hombre bueno, alegre, simple, respiro profundamente y murió.

En ese instante el cielo entero lloró, la naturaleza se estremeció y las personas sintieron miedo.

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